top of page

VERSIONES DE CUENTOS INFANTILES II

  • Foto del escritor: HIGINIO HIGINIO
    HIGINIO HIGINIO
  • 3 ago 2019
  • 53 Min. de lectura

Actualizado: 6 sept 2019



CUENTO 6


EL RATONCITO PÉREZ


EL RATONCITO PÉREZ


La Tecnología había triunfado…

En el mundo de los sin sueños todo eran aplicaciones, lucecitas, soniditos, pantallitas, cables y pilas, muchas pilas… El caos reinaba en la Tierra y a los americanos no le salía de los cojones salvar a la Humanidad…


Cautivo y desarmado, el ejército de las quimeras, se había rendido. A raíz de este suceso la Razón y la Ciencia, tras haber derrotado a la imaginación, confinaron a los personajes de nuestros sueños infantiles en una residencia de concentración para ancianos, cuyo nombre era Santa Eutana de Asia, porque habían quedado obsoletos y su presencia en nuestras vidas constituía un peligro para las multinacionales del desconocimiento y la tontuna. No eran personajes de pantallita y dedito gordo… Sabían llegar a los sitios sin rascar un baldosín. Malo…


¡Españoles!... Os habla Arias, el de la mantequilla media sal… “¡El cerebro ha muerto!...”

¡Vivan la cibernética, la robótica y la realidad virtual!


Era el día de Santa Eutana de Asia, la única Santa capaz de acabar con el paro y reducir el número de pensionistas, que fue esposa de San Martín, el de las matanzas de cerditos, y, por eso, había fiesta especial en la residencia. A la hora de la merienda, tipo lujo de convento, en una mesa camilla del comedor de Santa Eutana, en torno a humeantes tazas de Cola Cao, achicoria EKO y galletas María, nuevas, sin revenir, se estaba desarrollando una conversación, tipo tertulia, entre varios seres míticos. No se comía mucho porque todos habían sido testigos de cómo se manufacturaban la ensaladilla rusa y las albóndigas sobaqueras en aquella institución. Rico, rico…


Bueno, sin explicar lo de la mayonesa, por pura educación, os diré que en aquella mesa se encontraban reunidos Melchor, Gaspar, Baltasar, Papá Noel, Santa Rita, patrona de los imposibles, que, visto lo visto, ingresó en la residencia de motu propio, el señor Tió, que se había quedado dormido como un tronco, la bruja Befana di Pascua, el vasco Olentzero, que era la hostia, el Calvo de la Lotería, Mary Poppins, la Cigüeña porta bebés de París, el Genio de la Lámpara, Gryla la bruja que en Navidad, allá por los países nórdicos, se comía a los niños que no habían sido buenos, Jolakotturinn el malvado gato vikingo que también, por Navidad, se zampaba a los niños que no estrenaban ropa nueva y, por último, El Ratoncito Pérez, odontólogo, que lucía un brazalete negro en señal de duelo por la reciente muerte del borreguito de Norit.


-Mira que se lo dije…


-Es que el muy gilipollas acudió como invitado a un asador en Aranda de Duero…


-Ya ves…


- ¿Lo incineraron?...


-Sí, con patatas panaderas y Ribera Protos…


-¡Vaya añito llevamos! Primero el osito de Mimosín, luego Mister Propper, después el conejito de Duracel y, ahora, el borreguito de Norit…


-¿Y lo de Rockefeller?... ¡Toma Moreno!


-Es un sin parar…


La tertulia, más que un intercambio de gilipolleces sectarias, era una exhibición de lamentos, y quejas profundas, porque todos pensaban que habían acabado donde los trastos viejos por culpa de la tradición. Habían llegado a la conclusión de que a la gente le gusta estrenar cosas, sin más, aunque no hagan puñetera falta. Si una cosa es buena, como aprieta la falta de ideas, hay que destruirla o cambiarla, normalmente, por algo peor y, de ahí, las frustraciones y el analfabetismo funcional… Sí, sí… Como, con todas las tecnologías del mundo, somos incapaces de pintar las Meninas, que se pintó sin luz eléctrica, por poner un ejemplo, las quemamos o, lo que es peor, las ignoramos porque nos recuerdan, en una pared del Prado, siglo tras siglo, lo inútiles que somos, imaginativamente hablando. Lo del hemisferio derecho del cerebro… ¿Sabe usted?...


Se habían acabado la inocencia y el soñar con ilusión, gracias a los enterados del Marketing y a los estudios de tendencias. Todo el mundo, por culpa del machaqueo mediático, sabía, desde la más tierna infancia, quienes eran los Reyes Magos, de donde venían los regalos, como se hacían los trucos de magia de los magos, que las croquetas no las hacía su madre sino Mercadona, que el patito de goma, amarillo, con el que jugabas en la bañera no hablaba, ni escuchaba y, por si fuera poco, que los niños venían del Materno. Disimular con carita de demente infantil ya no valía… ¿Y Google?... Pues eso… Había que hacer algo con urgencia…


-¿Por qué no hacemos una exposición de ideas a lo loco?... Propuso el Calvo de la Lotería, al que arruinaron la vida Raphael y Montserrat Caballé, que no le quitaba ojo a las Burbujas de Freixenet mientras reían animadas en una mesa camilla, con faldas, alambrera, badila y brasero, contigua.


- Perdón, pero una brainstorming, suena mejor, dónde va a parar. En inglés hasta las gilipolleces parecen cosas originales y trascendentales. Apostilló Santa Claus.

- A ver… Hay un temita que hemos de tener en cuenta. Si os fijáis, nuestras tradiciones no nos dejan darnos a conocer más. Nos asfixian… Es más, diría yo, nos dejan muy poquito espacio y muy poquitos días… Nosotros, un ejemplo, solo trabajamos el día seis de Enero y, encima, vamos montados en camello… Yo, sin ánimo de criticar, creo que además, los regalos no son… Mirra, incienso y oro no son, es que, no son, ni me parecen cosas que los niños esperen en candeletas. Llega el Señor Blackfriday con una consola y varios consoladores y triunfa, mientras nosotros, como cada año, de vuelta a Oriente, tras una estrella fugaz, con la mirra, el oro y el incienso… Las devoluciones, sobre todo las de mirra, la ruinita… Glosó Melchor, el de la cabellera longa y alba que era un fan incondicional de Errol Flynn y procuraba imitarle interpretando al General Custer.


-¿Errol Flynn hizo de General Custer?


-Sí, con Olivia de Havilland en ”Murieron con las botas puestas”…


-Vale… Pues le dieron la del sioux…


-¿Caballo Loco?


- No, fue Toro Sentado.


- Pues que se joda…


- Estoy de acuerdo y, además, los niños ya no nos creen porque el mismo día, y a las mismas horas, salimos en cuarenta sitios diferentes por cientos de cadenas de televisión donde se entrevistan, para hacer la gracia anual y crear espíritu navideño, a papás de todos los colores cargados de juguetes que es como acusarles, directamente, de ser los Reyes Magos, o Papá Noel, o el mismísimo Ratoncito Pérez.

-Es que, compréndalo usted, tocamos a un periodista por cada tres ciudadanos.


- Y a un perro por cada diez…

-Y a un político por cada dos…


A ver, salimos en barco, en camellos, en elefantes, en avión, en cabalgatas, en globo… ¡Una mierda!... Se piensan que los niños son tontos de capirote… Yo como Rey y Mago, que no es moco de pava, ya no sé cuántos somos, ¿tres o tres mil?... Ilustró Baltasar que era un rey afro-africano de color oscuro pero que a mí me da lo mismo… Yo solo trabajo aquí señora…


- Es todo más fácil… Veréis… Si partimos de la base de que al personal le importa una mierda la enjundia de una festividad y que lo que desean es salir corriendo a donde sea, dejar sus quehaceres, gastarse la pasta en comidas, regalos, borracheras y montar fiestas, pues eso… A ver, ¿sabéis cuantos, de los veinte millones de desplazados por carretera, mar y aire, en Semana Santa, conocen el motivo de la fiesta? ¿Creéis que alguno de los más jóvenes sabe lo que es la Semana Santa? ¿Y la Navidad?... Vuelvo a repetir, pues eso… ¡Ahí lo tenéis! ¡Hay que hacer giras más largas! ¡Abrazar niños en los mercados! ¡Dar mítines penosos en las extintas plazas de toros! y diversificar el producto. Instruyó, Santa Claus, en plan Product Manager de risa.


-Le pregunté a una Choni si sabía que era Pentecostés…


-¿Y…?


-¿Podemos hablar de toros?...


-Los anglosajones me dais miedo… Sí, sí… Y tú más que vas, tocando una campanita, en un trineo de mierda tirado por un reno que se llama Rudolph para acabar entrando en las casa por las chimeneas… Eres lo peor… Sí, sí, no te rías… Recuerda lo de Hallowen, que esa es otra, en un país donde, por falta de personalidad fomentada, se nos pega todo. ¿Qué te parece semejante mierda? Eso, perdona, es cosa vuestra… Espetó Baltasar, el afro-africano, oscuro, pero que a mí me da lo mismo… A ver si…


Hubo un momento de incertidumbre porque un periodista, picaflor de tertulias de la temática que fuere menester, que venía de una tertulia de fútbol, de otra de política mundial, de otra de chefs y otra de jardinería y horticultura, con la caraja mental evangelizadora de gilipollas, se había colado, por equivocación, en Santa Eutana de Asia. Mira, creyeron que el sopletero era un espía de la SONY y lo forraron a hostias de lujo… Bud Espencer, Indiana Jones, James Bond, Cinderella, Harry el Sucio, el inspector Calahan, el Super Agente 86, Rocky 3, Rambo 4 y Arnol Schwarzenegger se emplearon a fondo. El individuo en cuestión, bastante perjudicado de alcohol y primicias, no callaba y todavía era capaz de discutir, y querer tener razón, sobre el color político de las hostias recibidas, el muy cretino deficiente…


-¡Eso es! ¿Os dais cuenta? Halloween no suplantó a la cosa esa de los muertos, las castañas y los huesitos de santo, o panellets, sino que las gentes adoptaron las formas y las lentejuelas y, ahora, tienen dos fiestas por una. ¡El desmadre total! ¡El fiestón integral! ¡El botellón global! Qué más dará que sean muertos o zombis, calaveras o calabazas, Santas o Crucificados, Belenes o centros comerciales… Nosotros tenemos que estar, sí o sí, presentes en todos los jolgorios. Darlo todo… Hacer caja… Esa es la actitud. Rubricó, con una teatral reverencia al aire, Santa Claus. ¡Jo, jo,jo!...


-O sea, que, como venimos disfrazados de serie, lo que pretendes es que participemos como figuras estelares en Carnaval, en Fallas, en San Fermín, en la Feria de Abril, en la Romería del Rocío, en A Rapa das Bestas, en La Tomatina, en las fiestas del Pilar, en la Patum de Berga, en el Orgullo, en el Año nuevo Chino, en el Ramadán… Sin dejar aparte La Navidad, La Semana Santa, las onomásticas… Eso me parece imposible, bisbiseo Santa Rita, patrona de eso…


- Así es. ¡Lo petaríamos! ¡Es que lo petaríamos, colega!... ¡Nos forraríamos! Mira, mira… A lo primero, tronco, las tradiciones a la mierda… Se abrirá un mundo nuevo donde los jóvenes estarían, si ya no lo están, todos los días del año de fiesta, los niños recibirían regalos cada veinticuatro horas, los centros comerciales multiplicarían sus ganancias, las multinacionales inventarían dinero de pega porque ya no sabrían donde almacenar tanto billete, las abuelas se prostituirían por las esquinas porque los nietos, muy indignados, se habrían fundido su cartilla de ahorros, de toda la vida, en tecnología lúdica, y, los políticos, ya puestos, crearían, con mucho esfuerzo, un sistema educativo que constaría de un mes lectivo, graduación incluida, y, con tres días más, se podría sacar un master o comprarlo directamente, el resto del año sería festivo. ¡Un chollo! Se jaleaba Papa Noel (Santa Claus) en un ataque de inteligencia supina poco disimulada. El marrasquino, a pelo, es lo que tiene…


En otra mesa, situada delante de un gran ventanal que daba a un pequeño bosque donde habitaba un lobo de Xixona, estaban La Sirenita, La Bestia, La Bella, Alladin, Mooglie, El Coyote, el Pato Lucas, el Rey León, Pocahontas, Blancanieves y Nemo que asistía a la reunión inmerso en una jarra de agua sin gas. Se estaban partiendo el culo mientras escuchaban a los vejestorios con su tormenta de ideas. Eran tan descarados en sus burlas que molestaron a la bruja Befana, la cual, muy airada, les lanzó una maldición dejándolos a todos como si fueran de dibujos animados al tiempo que el agua de Nemo se transformaba en tinto de verano.


- Estos se creen que están aquí por guapos… Sabiendo que están echados en el abandono, y más acabados que la guerra de Cuba, encima se cachondean de nosotros, los muy imbéciles. Se lamentaba Befana mientras se zampaba un enorme plato de lentejas con Zampone de Módena.


En otra mesa camilla del fondo, justo al lado de los lavabos, se mascaba la preocupación. Como si en una empresa se planeara hacer reducción de personal. Allí estaban Asterix, Obelix, El Jabato, el Capitán Trueno, La Pimpinela Escarlata, Tin Tin, (A Milú lo había atropellado un camión de los gordos, sin querer), el Tulipán Negro, El Zorro, el Santo, una silla vacía que hablaba, La mujer Pantera y Ben Cartwright…


-Las SS van a acabar con nosotros porque estamos más pasados de moda que el hilo negro. Habría que tomar nota de Supermán, del Capitán América, de Spiderman y hasta del mismísimo Hulk, que, aparte de traidores y vendidos, han sabido reciclarse y sobrevivir a los gilipollas de los héroes de la Marvel, a los zombis, a los hombres lobo, al imbécil del señor de los anillos que estuvo tres películas para ir a tirar un anillo a un terraplén, a Harry Potter, al señor Spock y a Luk Skywalker… Si lo pillamos, hay que matar de una paliza a Mario Bross, ese enano con bigotes. Decía el Hombre Invisible desde la silla vacía… Pero, como no se le veía, a mi me la suda…


En el pequeño escenario del salón apareció, Leonardo Favio, como cantante invitado para amenizar la velada.


Hoy corté una flor. Y llovía y llovía…

Esperando a mi amor. Y llovía, llovía…


No veas… Pedradas, tomatazos, paletillas de jamón, floreros gordos, jarrones de aspidistras y vajillas de la Cartuja de veinticuatro servicios le cayeron hasta que tuvo que abandonar la escena. Epi y Blas silbaban como cabreros de La Palma. Otro que decía que cantaba en OT, no se atrevió a salir… Al final salió Leo Dan y dio la tabarra padre…


-Prima… ¿estaba dando un concierto?...


-A ver, Mari Loli… Un concierto es una composición musical escrita para ser interpretada, por músicos de verdad, uno o varios instrumentos solistas, y una orquesta importante. ¿Te suena Beethoven?...


- ¿Entonces qué es lo que estaba dando Leo Dan?


-La Tabarra, la matraca, el coñazo… Mari Loli.


De repente, tras la explosión de un esputnik salido de una piñata hortera de cojones, la sala quedó en silencio… Las hermanas Gilda, que tenían una pirotecnia en Albaida y eran expertas en zambombazos festivaleros, encendieron las mechas, el inventó explotó antes de tiempo y se quedaron mondas y lirondas, sin vello facial, ni de ninguna parte, como un pollo chamuscado. De repente, entre la humareda, una potente luz de un móvil iluminó la mesa de los desahuciados y, como de la nada, aparecieron el Ratoncito Pérez y la Ratita Presumida en todo lo alto de una madalena gorda, como para cuatro o cinco comensales, en modo somos los novios de la tarta nupcial. El Ratoncito Pérez, el único ratón que tiene un apellido por nombre, tomó un micrófono y comenzó a soltar un mitin de los que te llegan a la patata, tronco... Es que le comía la carita… O sea…


-Buenas tardes… Estoy flipando… Llevo todo el rato callado mientras observaba este patético cuadro de rendiciones sin cuento. No doy crédito… Unos que tiran la toalla, otros que se venden al capital y otros mustios y envejecidos que no hacen más que hacer pucheritos. ¡Sois unas nenazas!... ¡La tradición claro que importa!


Pérez era un ratoncito, de color gris perla, valiente como nadie. Había escapado de unos laboratorios farmacéuticos, luego de una tienda de mascotas donde era el plato principal de una pitón con cara de pocos amigos o ninguno, más tarde, por un descuido, se coló en un Food Truck de cocina de autor y a punto estuvo de acabar en brocheta a la barbacoa con salsita y humito… Todo un superviviente que llegó a lo de los dientes de los niños chicos por casualidad. Su cuñado, El ratón Colorao, trabajaba en La Signal , donde se encargaba de hacer las rayas rojas, y le fue introduciendo en el mundillo dental. Pensó en hacer regalitos a los niños que perdían un diente, y lloraban desconsolados y, así lo hizo…. Un montón de años duraba la tradición.

Los de la mesa de los conspiradores malvados abucheaban al Ratoncito Pérez… El Hombre del Saco, La Mano Negra, El Coco, Ebenezer Scrooge, el Home dels Nassos, La Pantaruja, Gargamel, La Bruja Maléfica y El Chupacabras manifestaban así su disconformidad.


- Protestar todo lo que queráis pero nos han ganado la batalla elementos como Bob Esponja, El Tren Thomas, La Patrulla Canina, el tonto l’haba Buzz Lightyear, Doraemon … ¿Qué mierda es esta?... Pérez reprimiendo los abucheos de los malvados.


-Tú lo que quieres es la revolución… Doblar la viga gorda… ¿No es así? Preguntó el Rey Gaspar que era pelirrojo y daba mala suerte.


- Sí, eso es… Hay que acabar con la dictadura de las tecnológicas. Quiero volver a las tradiciones más profundas y repudiar las que nos impone el comercio y no quiero que la Lotería de Navidad corra por los quioscos en Junio. No sé vosotros pero yo voy a escapar de aquí antes de que lleguen las nuevas enfermeras de las SS y nos vacunen de las paperas… Voy a recorrer las casas de los niños que hayan perdido un diente y les voy a dejar su regalo bajo la almohada, como siempre. No critiquéis mi actitud, os lo ruego. Afirmó Pérez.


Entonces, lo de siempre, todos los presentes se envalentonaron amparados en el tumulto y comenzaron con los cánticos de valentía colectiva.


-¡Apoyemos a Pérez! ¡Hay que quemar la tele, las consolas, las tablets y Amazón¡… ¡No queremos robots carísimos que imiten lo que ya existe desde hace mucho tiempo!... ¡Vivan los Reyes Magos, Papá Noel y Las castañeras! ¡Vivan las tradiciones! Gritaban todos, buenos y malos, mientras buscaban las puertas de salida de Santa Eutana de Asia.


El asilo de concentración, Santa Eutana de Asia, estaba regentado por mucho personal de las multinacionales de las cosas con cablecitos y pantallitas pero, había uno, el más peligroso, que era el encargado comercial para el mundo mundial, y dos o tres galaxias, de la Nintendo que, advirtiendo el peligro, se puso histérica perdida. Estaba infiltrado en la fiesta camuflado de Heidi… Entonces se puso en contacto, por el reloj, por un dedo, por el móvil y por un canutillo que llevaba incrustado en una oreja, con el mandamás de la comedia.


-El Ratoncito Pérez se ha sublevado y puede jodernos el tinglado. Que lo sepa… Heidi la falsa.


-¿Puede ser peligroso en verdad? El mandamás.


-Sí, porque está loco perdido y arrastra a los demás… Heidi.


- Bien… Proceda…


-¿El protocolo?


-¡Lo que te salga de los cojones¡


Inmediatamente llegó a manos de Pérez una carta de esas que son vales para que te afeiten las nalgas, o para un spá, o una pedicura vietnamita… Esas cosas… En este caso se trataba de una invitación a una cata de quesos en un Hotel carísimo.


La multinacional, que tenía el dinero por castigo, en esta ocasión, acabó con el problema con una trampa de resorte para ratones comprada en un chino y un trozo de queso que había por casa. Total uno con setenta y cinco euros. ¡Balato señol!… Al encargado comercial le dieron un diploma de empleado del mes y unas sonrisas de hiena.


Pérez, cayó en la trampa, fue al hotel con smoking y pajarita, entró en la habitación 666 y se volvió loco… Tan loco que no le dio tiempo a descubrir que, bajo el trozo de queso Parmesano que relucía encima de la cama, había una trampa de esas de tablita, muelle y…


¡Zás!


-¡Vaya añito, colega!...


-Sí…


FIN


MORALEJA


No te empeñes en nadar contra corriente. Haz de las tradiciones que te gustan una cosa tuya e íntima. Pasa de las otras historias. El Ratoncito Pérez nos enseña lo que puede pasar si te rebelas y pones en peligro los extraños chiringuitos. Trocitos de ratoncito por toda la habitación, ¡qué pena!… Se me olvidaba… Si eres un ratón y te invitan a una cata de quesos en el Ritz, pues eso… Bienvenidos a la nave del misterio…



Autor: Juan Ignacio Murillo “Higinio”





CUENTO 5


PETER PAN

(Un ser traumático)



PETER PAN


(Un ser traumático)


La Infancia Sobrevalorada


La cosa es que el desear ser un niño eternamente nos puede llevar al infantilismo o a la necedad. Pensemos que aunque un necio de babero se pueda ganar muy bien la vida, ejerciendo de idiota, porque la idiotez se valora y se paga más que nunca, no mucho tiempo atrás,  hacer el idiota, meum magnum exemplum, era la senda más segura para alcanzar un fracaso rotundo y digno de mención. Sin embargo, hoy en día, aparte circos y comedias, existen multitud de oportunidades académicas y públicas para los idiotas.  Pero ojito… El infantilismo,  presuntamente inocente, es muy manipulable y, a lo mejor, a alguien le pueda interesar que se desarrolle, en silencio, una sociedad infantilizada o idiotizada, que se crea que triunfa,  para poder mangonear a capricho.


Waltz Disney,  que era bueno en  esto,  lo intentó, pero no tenía ni la décima parte de la manipulación anónima,  la difusión cibernética y el alcance que tiene un, aparentemente inocuo, videojuego actual…


¿Los niños perdidos de la generación tatuada de las metrópolis meadas?... Tal vez…


Bueno, bueno… Mi nombre es Félix García Vadillo, soy investigador privado, estoy arruinado y me toca a mí… ¡que se le va a hacer!… Pero es que hay que desmitificar de una puta vez a este ser tóxico, portador de un peligroso virus que, con su síndrome atenuante, torna gilipollones a las gentes de la tercera edad, a bastantes de la segunda y a algunas del entresuelo izquierda. El síndrome de Peter Pan… ¿Cómo lo ves?... ¿Quizás el primer super héroe infantil, con super poderes virtuales, de la historia? ¿Falacia grande y trampa de las gordas?... Va a ser por eso, para que no se sobrevalore el carácter pueril de la humanidad, ni se anime a ello, que en esta cruzada anti Peter Pan me embarco emocionado, por Dios, por la Patria y por el Rey. Oriamendi march, mire usted…

Así que me aplico el cuento y os cuento el siguiente cuento.


Habíase una vez una familia estándar, de las de antes, con secretos y trampas, con abuela viva, abuelo que también, padre y madre, pero sin gatito ni perrito que les ladre. Es que con el extenso surtido y variedad de familias de hoy en día sería difícil hacer un cuento clásico, en todo caso fácil sería un reality, o una telenovela turca, o un chiste penoso, procurando no acabar con un ictus handicapante por exceso de tolerancia y defecto de comprensión.


La tal familia estaba compuesta, como digo, por un padre, Francisco Alegre y Olé, que no se enteraba de nada, como debe ser, una madre que sí y cuatro niños. Bueno, uno era niña, se llamaba Wendy y nadie podía dar una explicación razonable de cuando, y por donde, había salido aquella niña de ojitos inyectados en sangre y pupilas fundidas en negro. El padre callaba, la madre también, la abuela se rebozaba en escapularios, el abuelo silbaba por los pasillos arias y romanzas de zarzuela y la niñita no paraba de dar por culo con intención…


¿Wendy?... A ver… ¿Quién coño lleva un nombre sin Santa, ni ermita, ni capilla como el de Wendy sin haber asesinado a la familia entera, mascotas incluidas? Wendolin Iglesias, que pasó, de repente, de niña a mujer, es mucho mejor nombre ¡coño! Wendolin es un claro ejemplo del peligro de hacerse grande siendo niño y peor en viceversa. Ahora que está prohibido, todo lo que moleste a tres gilipollas, y se sigue prohibiendo a lo loco todo lo que, a lo mejor, molesta a otros tres, alguien está tardando en prohibir el infantilismo y, ya puestos, lo de llamar a las cosas por su nombre. No es por dar ideas pero, a lo mejor, le hacen presidente del gobierno y me pido el porcentaje que sea, o sea, el chalet… ¿Lo vais cogiendo?...

Los otros hermanos, que eran trillizos, se llamaban Paco… Los tres… Sí, sí… Era la festividad de San Francisco de Padua, la cosa andaba canina por sacristías y púlpitos, las raídas sotanas no admitían más remiendos y el párroco, Don Francisco, propuso, a cambio de un pingüe estipendio, una oferta 3 x 1, para bautizos en grupo, más una docena de huevos de gallinas segedanas, de corral… Así pues, las criaturitas del Señor, se llamarían; mi Paco uno, mi Paco dos y mi Paco huevos tres… A veces padecían ataques de baile de San Vito tan fuertes que parecían doce… Cuando esto sucedía, durante la operación renove de pañales, los polvos de talco Calber llegaban hasta el techo… Y caca…


Por cierto, la tal Wendy, que tenía la cabeza como el centro ornitológico de Monfragüe, absolutamente llena de cornejas, cuervos, urracas, cigüeñas negras y buitres leonados gordos tenía malas costumbres y se manifestaba en consecuencia. Esta niñita posesa, un poco retorcidita, como no conocía el Valium ni el butano, se dedicaba, por las noches, a contar cuentos fantásticos a sus hermanitos antes de dormir. Vamos, como si dejaras a las niñas de “El Resplandor” de canguros de tus niños pequeñitos, pobrecitos… ¡Todo lleno de sangre!... ¡Qué pena!...


-¿Se puede aprovechar algún órgano?...


-Sí… El Yamaha de su padre…


-No va a servir seguro… ¡Cancela, aborta y que le trasplanten el mocho¡ …


Wendy era un demonio disfrazado, como casi todos los niños, se comunicaba con los fantasmas de la casa, era el talón de Aquiles de aquella familia y también era la puerta de entrada de todos los males. Wendy tenía tres y la bailaera… Si, si… Muchas noches, porque no eran horas, a Paco padre no le quedaban más cojones que entrar, no sin antes apechugar con una ristra de ajos de Pedroñeras al cuello y blandir un crucifijo de madera, en el dormitorio de las criaturas para hacer callar a Wendy a fin y efecto de que se durmieran todos. Su madre, Paqui, que repudiaba y temía a Wendy, a las nueve y media de la noche ya no estaba para cuentos. Mira… Empeñada en realizarse como persona, hacía tantas actividades liberadoras, la pobre mujer… Que si flamenco, que si danza del vientre, que si pilates, que si yoga cateto, que punto de cruz, jogging, bachata, requesón, sevillanas, etc, etc… Jodiuras… De postureo, como sin ganas, ¿sabes?... Así que la pobre, cuando acababa el parte de Radio Nacional de España, se quedaba espatarrada, en un tresillo de IKEA, modelo Torquemada, con los ojos vueltos, haciendo gorgoritos.

Excuso decirte como tenía la casa… La casa, de estilo demencial, estaba llenita de pilas de agua bendita, vajillas de Setúbal sin estrenar y humo de incienso. En el hall de entrada, cubriendo la pared principal en plan panoplia, había una magnífica colección de lavativas de época en sus preciosas fundas de punto de crochet. Todas se conservaban en perfecto funcionamiento y se podría practicar, si surgiera la ocasión, un enema de urgencia en cualquier momento. Los del Orgullo quisieron comprar varias veces la colección para sacarla en procesión por Chueca, pero no… En el suelo, al pié de la panoplia de las lavativas, se exhibían, en perfecto desorden, escupideras y orinales renacentistas y victorianos. En una esquina sobresalía una vitrina con pericones barrocos y mantones de Manila. Destacaba, en la esquina opuesta, una docena de perdices de reclamo en sus vistosas jaulas… En fin…


A las nueve y media, como digo, Paqui, quedaba catatónica junto al abuelo, su padre, que no paraba de rezar el rosario, escuchar zarzuelas y encomendarse al anís La Castellana, el anís de España… Era militar, Gran Reserva, tenía ochenta años, muy devoto y, a diario, comenzaba el rezo del santo rosario justo a las doce del mediodía, con el Angelus, pero, como iba y venía, dependiendo de la presión sistólica y arterial, de los oníricos mundos de Morfeo, se descontaba al tercer Ave María y no tenía más remedio que volver a empezar, por enésima vez, los misterios gozosos y sus Letanías Lauretanas… A las veintiuna horas p.m. andaba todavía en ello, con tenacidad militar, y solamente dejaba de rezar cuando le parecía haber oído el toque de Fagina y le entraba la gusa vespertina.


-Manuel Laureano Rodriguez Sánches, Manolete, ora pro nobis, Salvador Sánchez Povedano, Frascuelo, ora pro nobis, Don Antonio Bienvenida, ora pro nobis, Manuel Benítez, mala corná te endiñen, ora pro nobis, Blas Romero, Platanito, otra mala corná te endiñen de noche, ora pro nobis, General Mirándolas, que te explote la bomba, ora pro nobis … Y así hasta Domingo Ortega. Con esta versión, taurino- castrense, de las Letanías Lauretanas el cabroncete del militar se ufanaba de su prosapia y se descojonaba de la estulticia general de la familia estándar…


Cuando el abuelo Severino, General de División, después de cuadrase a las órdenes de la Reina Victoria de Battenberg, se ponía todas las condecoraciones y sacaba el rosario, Wendy salía pitando, a la francesa, como alma que lleva el demonio… O, al revés… Severino era el único que seguía, con dignidad espartana, el reloj biológico de la vida sin quejarse. Sabía que iba a morir y se la sudaba… Con tres guerras, siete heridas y tres tiros, ya ni le agobiaba nada ni quería cambiar su vida. Era una persona seria… Severino, después del rezo y la pitanza vespertina, comenzaba a marchar marcialmente por la casa y se dirigía a su hija, ya dormida, en términos sarcásticos…


-Paqui… ¿No te parece que Wendy huele al número dieciséis de la tabla periódica de los elementos? Preguntaba y se iba por el pasillo silbando y riendo.


Al rato, regresaba y continuaba…


-Paqui… ¿Qué sabes de los efesios?... ¿Y de los gálatas?... ¡Cero patatero!... Estás pez, hija…


Presidian la estancia un cuadro, al natural, de Pastora María Pavón Cruz, la Niña de los Peines, y un Sagrado Corazón de Jesús a medio entronizar por culpa de la presencia impagable, en el acto de la entronización, de la modelo francesa, pied noir, de las medias indesmallables Jenny que seguro había invitado el demonio y que dejó a la peña masculina como las tiendas de campaña de un campamento de la OJE. La francesita llevaba una mini, pero mini, falda, que si la ve Manolo Escobar…


-¡Paco, la francesita no lleva bragas, que lo sepas!... ¡Paqui, échale agua fría al cura urgentemente, que está pasando a rojo vivo y empieza a hacer lacrimatorios de Murano, y que se vaya¡… ¡Niños, a la cama con guantes! ¡El que quiera ver mofletes y coños que crezca! ¡Se acabó la entronización!


El abuelo, que insistía en un fuerte olor al número dieciséis de la tabla periódica de los elementos, y había conocido a las moras del Magreb, se descojonaba por las esquinas de la casa y babeaba mientras entonaba La Marsellesa…

Allons enfants de la patrie le jour de glorie est arrivé y el dos de mayo os follaremos vivos con Goya de testigo, imbéciles…


¡Ay Paqui, Paqui!... Madre ejemplar y progre, que quería ser, y hacerlo todo a la vez, para romper con el pasado pero que se moría con La Calesera del maestro Paco Alonso….


…Militares tampoco me gustan, que a veces me asustan con el espadín y torero, tampoco le quiero, porque entre los cuernos se tiene mal fin.


-¿De verdad?...

-Si, si…

Mira, cuando Paco padre llegaba a casa, cansado de trabajar, porque tenía una empresa de doblaje al español de películas españolas, que era un sin vivir, debido, básicamente, a que los elencos domésticos no sabían, ni saben, hablar en un castellano básico inteligible, lo único que quería era que reinara la paz. Así que, después de desear buenas noches a sus vástagos, dejaba el crucifijo y los ajos de Pedroñeras sobre el canterano de la alcoba y se ponía a dormir. Entonces, Wendy, una vez segura de que la casa estaba en silencio, volvía a las andadas. Esperaba un ratino, encendía la luz de la mesilla de noche, volteaba el crucifijo que se robó en su día al Hermano Daniel y continuaba contando cuentos, de cosecha propia, a sus hermanitos. Los niños, que iban de mal en peor, en los estudios, debido a la falta de sueño, ni siquiera aprobaban religión (nivel ateo, aspirante a quemar Iglesias para méritos mediáticos) ni FEN, Formación del Espíritu Nacional, (nivel Negrín, que también).


Pero el Huntington, o baile de San Vito, no era culpa absoluta de Wendy. Los Pacos habían quedado flojitos emocionales por culpa de Paco padre. Sí, sí… Paco Alegre, por hacer la gracia y empolvar a su señora, los llevó un día a comprar mierdas a un bazar chino… Guarrerías Preciados Li Lan Li… Es que Paco no era de posibles y la cosa no daba para otra cosa… Los niños que, nada más entrar en el bazar Li Lan Li y ver a una china, gorda y cabreada, sorbiendo sopa de tigre, mientras hinchaba a guantazos de todos los colores, exceptuando el amarillo, con la mano abierta a un chino flaco y descolorido, tipo gitano chino pobre, quedaron muertos en la jofaina.

El shock traumático les sobrevino cuando pudieron observar, incluso debajo de la falda de una dependienta pizpireta, que los chinos no eran color amarillo limón de Alpino, que no llevaban gorros cónicos de paja Nón Lá, y que debajo del alerón del Nón Lá tampoco llevaban coleta. ¡Los chinos no habían sido amarillos ni en época de misiones! Muy fuerte… ¿Dónde tenían la raja para echar monedas el día del Domund? ¡Jamás lo superarían! ¿Su padre, como siempre, les había engañado? Si los chinos no son amarillos… ¿Los alienígenas las prefieren rubias?... Ahí lo dejo…


Cuando la cosa estaba como para quedarse en el sitio, Wendy ponía los ojos en blanco, comenzaba a menear la cabeza de forma trepidante, como Tina Turner en Proud Mary, y a entonar, de forma monótona y autista, “ El puente de Londres se está cayendo, se está cayendo…” Los Pacos, testigos semi vivos del fenómeno, somatizaban el ataque y se ponían a multiplicarse por cuatro o cinco. Después de un ratino, Wendy, abría los ojos y continuaba con sus mantras… Ángel de la Guarda, dulce compañía, de esta no nos salva ni tu tía ni la mía… Cuatro esquinitas tiene mi cama pero esta noche arderá el pijama y vamos a morir todos, recitaba Wendy… Era su deseo infantil e inocente de buenas noches.


Hubo un tiempo en que los tres Pacos, durante la fase REM, semi groguis, no paraban de oír hablar de un personaje al que su hermana Wendy idolatraba y que, cual gota malaya, les iba taladrando el subconsciente. Sin embargo, Severino, el General Gran Reserva, que había luchado en tres guerras, no lo podía ni ver porque lo caló al instante. Ese niñito viejo y ateo…

El personaje de la tabarra se llamaba Peter Pan y, según Wendy, en él se concentraban todas las virtudes posibles e imaginables. Wendy estaba enrocada en PDF y no había manera de abrirla sin… Bueno… A ver… La jueza fea de cojones…. La fiscal, también… La cárcel para pobres…

-Me pido de costalero, yo solo, como José Tomás en Nimes. Sí, sí… El jueves, yo solo, de costalero en la Última Cena, que es la que más pesa, porque es un evento de los gordos y hay mucha gente cenando… Antes de morirme del perraque, que inevitablemente me dará, ¿tendrán tiempo para dedicarle una saeta a mi novia?... Ya sabe… Me declaro imbécil, su señorita…


-¡Ay Mari Cruz, Mari Cruz… Maravilla de mujer… Del barrio de Santa Cruz…”


-Que encierren a ese imbécil…


No había manera, Wendy estaba tan deslumbrada con Peter Pan que no se daba cuenta de que era un zángano adulto, disfrazado de rana con cascabeles, con unos problemas de adicción importantes, ahora mentales, debido a un parto dolorosísimo que acabó en una cesárea sangrienta con muerte materna y muerte, sin cargos, de la comadrona, una infancia horrible, una pubertad horrorosa con muerte paterna y una juventud espeluznante con muerte de la asistenta social y asesinato de los padres de acogida negros. Tuvo, también, una madurez muy triste, que le hacía ver cositas como que de viejo iba a ser asesinado, por una enfermera loca, en la residencia donde le confinarían sus familiares a fin y efecto de chuparse su herencia sin que diera por culo... Pero, a pesar de que, de noche, en pesadillas, se le aparecían alcaldesas feas de cojones, en el fondo era un ser optimista… Es que la condición humana es una cosa fascinante… Tengo que profundizar más en la mente humana tan maravillosa… ¿Filosofía?... ¿Psicología?... ¡Una mierda!


Así que a Peter Pan se la sudaba todo y, como era infantiloide, y, por consiguiente, no era responsable de nada, le pegaba a todo y volaba, cuando le daba la gana, rodeado de candelitas y chispitas de bengalas sobrantes de cumples de chiquipark. Tenía en ascuas a toda la comunidad científica, y a la National Geographic, porque había logrado sintetizar, en el cazo de la leche, moléculas de Calcio 20, de Vick Vaporub, de pastillas Juanola y de Pelargón con las que, con un chorrito de Quina San Clemente, conseguía volar cuando le salía de ahí. Logró engañar a todo el mundo con su falsa careta de felicidad infantil amante de las chuches con forma de fresa. Para más INRI, Peter Pan, tenía una amiguita pequeña, modelo mariposilla, una bad influencer, que también volaba, con la ayuda de unos canutitos, entre chispitas de bengalas, que se llamaba Campanilla.

-¡Venga ya!...


Pero, como siempre, la realidad superaba a la ficción o eso dicen los enteraos que se dedican a ver los toros desde la barrera y a criticar con su columnita diaria. Por tanto, sería fácil, a la vez que erróneo, juzgar a Peter Pan sin conocer su cochambrosa existencia. Sí, sí… Porque Peter Pan, no había sido feliz, ni en parvulitos, ni en benjamines, ni en alevines y eso queda en la patata, tronco… Si, si…

Lo más fuerte era que antes de su patética transformación, en gnomo volador, agresivo y verde, era un señor normal que se dedicaba a ir a la oficina y, una vez allí, a acumular stress y colesterol por simplezas, pegar pólizas, preparar presentaciones y servir cafés a un tonto del culo que se llamaba El Jefe. El Jefe, que era un ciudadano carcomido por las modas, acababa de gastarse una pasta, en Decatlon, en el uniforme de pipa de primera y estaba sembrado en pijo celeste de logística integral de alcance.

Traje de ejecutivo gris con pantalón de pitillo, tres tallas menos, para enseñar la huevada y los tobillos, casco de tontito, auriculares, mochilita y patinete eléctrico conformaban el uniforme de pipa… Pablo Garfio Iba, más bonito que un San Luis, puesto nasalmente de cola de contacto Mastic, por las avenidas más concurridas, haciendo el pipa sobre su patinete, gustándose y rogando aplausos a los peatones. Pero, como, a pesar del gasto, nadie reparaba en su fina estampa para admirarle… Pues eso, o sea… El berrinche, de mocoso caprichoso, monumental… Como cuando tuvo que salir a la calle en pelotillas, hecho un basilisco, un frío mediodía de Enero, para enseñar el resultado de la pasta gansa que se había gastado en tatuajes y gimnasios y a la gente se la sudaba… ¡Qué arte!... El personal pasaba de todo y, como no había cámaras de televisión de por medio, pues no aplaudía… ¡Mañana me quemo a lo bonzo!



El Jefe, que además de ser un niño grande, un ególatra crónico y un narcisista de espejitos en el techo, era un pirata que traficaba con todo, se apellidaba Garfio y tenía, aparte de un pasado oscuro, un titulín de patrón de yate, lo más fashion, para fardar por el país de Nunca Jamás.


A ver… Nunca Jamás era un país de mierda, con una falta de talento apabullante y un ascenso de la tasa de imbéciles por metro cuadrado preocupante, ubicado en una isla de mierda. Una isla de mierda, donde vivían Peter Pan, los niños perdidos y el Sr. Pablo Garfio, cuyo nombre, que le venía al pelo, fue idea de los ciudadanos con cerebro completo que no pensaban volver a aquel truño de isla nunca jamás. Y es que en un paraje de la isla se acumulaba tal número de babuinos, en actitud de revuelco libre las noches de su extravío, que acababan con las existencias de plátanos, sobrasadas, ensaimadas, whisky, ron y sangría y que llegaban a dar asco. La relación precio asco más cara del mundo…


Extranjeros low cost, que no sabían dónde estaban y que les importaba bien poco, permanecían borrachos, entre vomitonas, desde que amanecía hasta que amanecía. Sus gracias eran follar en la playa, enseñar sus culos blancos y, como producto estrella, tirarse desde las ventanas de los hoteles para intentar caer, desde lo más alto, en sus piscinas. Lograban porcentajes bastante bajos. La puntería mala… La mayoría se escoñaba… pero se ocultaban sus espachurres de mondongas para no joder el negocio del turismo cultural de gama alta… FITUR jaleaba el ñordo y lo bendecía… Los tarados dejan mucha pasta siempre y, si encima se emborrachan…

Pues eso… Salía muy caro asistir a tan inmundo espectáculo… Era fácil… Porque, si no le gustaba a unos pocos, no tenía por qué prohibirse el asunto, aunque el prohibir sea tendencia. No todas las censuras son de color caqui, amigo mío… Insisto, era fácil… ¡nunca jamás!

Bueno, a pesar de todo, entre tanto tarado, Nunca Jamás, era el lugar ideal para pasar desapercibido y para esconder niños perdidos. Así que allí, en un jardín sospechoso, tras unas enormes palmeras y un bosque de bambú sin pandas, Peter Pan tenía una especie de piso franco para huir de sus pensamientos razonables y adentrarse en los psicodélicos. El paraje, dentro de un parque llamado Ascensión, se llamaba el Árbol de la Alegría, que era un nombre bastante rarito, a la vez que ilustrativo, pero que servía a Peter Pan para volar y huir de los caprichos y veleidades del ejecutivo de cuarto nivel, pipa de primera, con derecho a plaza de aparcamiento, el señor Pablo Garfio. Y es que, después del lamentable suceso de la calle San Sisenando, diácono y mártir cordobés, ambos se cogieron una tirria gourmet.


Una noche, Peter Pan, que se encontraba cansado del trabajo y harto de Pablo Garfio, llegó a su casa, se estiró en el sofá, conectó el Samsung de cuarenta y ocho pulgadas y empezó a buscar por los canales televisivos algo que llevarse a los ojos sin acabar cabreado. Parecía nuevo el muy gilipollas… Así que, harto de buscar y buscar, dio con una cadena que, después de veintisiete minutos de anuncios en sucesión diarreica, se disponía a envenenar las mentes de su audiencia con una película cuya sinopsis era la siguiente;


Cuando una bella hembra híbrida, humana-alienígena, se escapa de un laboratorio de observación, el científico Javier Fich envía a un asesino del gobierno, a un psicólogo, a una bióloga y a un antropólogo en su busca…”


O sea… Verás… Es que…


-¿Y una de zombis, hombres lobos, magos, monstruos, caballeros medievales y super héroes?... ¿y Palomitas?...


-Es que ya he quemado el aparato de los anuncios y el Palomitón de Payá.


-Felicidades.


La cosa es que, esa misma noche, la gota colmó el vaso y, Peter Pan, harto de la mierda de la programación y el abuso de los anuncios, salió presto a quemar, y quemó, la tele de cuarenta y ocho pulgadas, donde meses antes había quemado el ordenador, la termo mix, el palo del selfi y el móvil. La hoguera monumental, el alivio sin precio, la vuelta a los sesenta deliciosa y, todo bien, hasta que, satisfecho, decidió regresar a casa. Llegó, abrió la cancela, subió los tres peldaños del jardincillo y se quedó atónito. Si, si... Después de apartar las telarañas, abrió el buzón de correos y, antes de quemarlo, encontró tres cartas, cosa rara hoy en día y, sí, efectivamente, eran raras como para quedar atónito.

Una, la de mejor caligrafía, era, ni más ni menos, de Miguel de Cervantes, que llevaba siglos haciendo buzoneo con ecuatorianos con la gorra del revés, enviando cartas publicitarias, a diestro y siniestro, para joder la moral a la competencia con su best seller El Hidalgo Don Quijote. A Lope de Vega lo tenía hasta los cojones… En la puerta de la casa de Lope de Vega hay un cartel que reza: Publicidad NO, Miguelito.


Otra, camuflada y amenazadora, del gobierno de Nunca Jamás, concretamente de Hacienda, que arreaba con todo tipo de amenazas, contra su persona, por no haber hecho correctamente la declaración de renta y declarar cincuenta y tres céntimos de menos.


A ver… Yo es que lo entiendo… Un país, que estaba gobernado por una gran multitud de golfos sin ética ni principios y semi analfabetos masterizados, tenía que saber hacer frente a sus golfadas y no podía permitir que alguien restara, cincuenta y tres céntimos, del apartado de meretrices saludables, chalets de proximidad y jolgorios sostenibles de los señores y señoras políticos. Así que le recordaban que el precio de los langostinos de Sanlúcar había subido una barbaridad y que a sus señorías no les alcanzaba. La Moet Chandon comunicaba una importante subida de precio, la Durex también y el gremio de puti clubs, que se sumaba a la subida de tarifas, también… Así que, con los salarios que cobraban, no se podía ser político… No, no… En vez de dar vergüenza, que era lo suyo, daban envidia… La multa que le cayó fue de setenta euros a pagar ya, o, si no, te vas a enterar majete…

La tercera carta, de pergamino auténtico, cuyo impresionante periplo había salido muy barato debido a que aún no había aparecido el conveniente y descontrolado Euro, buque enseña de grandes timos, orgías bancarias, desfalcos, contrabandos y estafas, era mucho más seria y mucho más antigua… Venía con un poco de retraso y se veía que había dado varias vueltas al mundo con un matasellos del siglo I. Te lo juro… En el remite ponía claramente “Filipenses y Cía.“… Peter Pan, que pensaba que era una treta de Hacienda, se decidió a hacer lo de siempre, o sea, romperla y tirarla a la basura.


-Para ir de putas ya me voy yo que me he currado el sueldo… ¡Qué os follen!...

Luego pensó que, en el caso de abrirla, le podría salir un vale descuento de la LIDL para cien kilos de aguacates verdes tipo piedra del Machu Pichu y la verdad… Había para hacer guacamole para cinco bodas mexicanas y una española con temática… Pero, más tarde, sin antivirus ni nada, reflexionó y se dio cuenta de que en todo el ministerio de Hacienda, a pesar de carreras de ciencias económicas, el nivel político del momento daba justo para ir a tomar café a las diez y entonar fervientes mítines decimonónicos por los bares, y, era tan vergonzoso, que resultaba imposible que en Hacienda existiera un cerebro que pudiera discernir el siglo I, ni el XXI que también. Así que, colocó la carta sobre la mesa camilla, arrimó una silla de bayón, puso los codos sobre la mesa, se aguantó la cara con las manos y quedó en pose de reflexión profunda.


¿Una carta de los Filipenses?... ¿Qué significaría aquella carta? ¿Quiénes eran los Filipenses y por qué le había llegado la carta a él veinte siglos más tarde? En principio, el sobre, que contenía un legajo de cartas con un montón de cuartillas, nombradas como epístolas en el remitente, iba dirigida a un tal Pablo, pero, por los tachones que había en el anverso, que parecía la persiana metálica de la droguería del barrio, la carta habría ido y vuelto de paraderos desconocidos una infinidad de veces. Después del último tachón ponía, en latín, nivel bajo, literalmente, “A tomar por culo Charlton Heston y la Pony Express” y esa es la única explicación lógica del por qué llego aquella carta de pergamino del bueno hasta él. Hartos de idas y venidas, los funcionarios acabaron enviándola a voleo, al tun, tun… En la librería y papelería La Alianza no conocían pergamino tan bueno… No sospechaba, Peter Pan, que aquella carta era el interruptor, tipo pera, que encendería el suceso…


Peter Pan, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, quebró lacres, desvirgó la gomilla y, después de un rato de lectura sincopada, llegó a conclusiones. Resulta que el tal individuo, llamado Pablo, era un peligroso vendedor de humo para pimentón, con lunares amarillos en las axilas, que dejaba, después de predicar vehementemente la contra razón de la contra justicia, colgados a todos. Pero, ojito con Pablo, que aseguraba tener cuarenta gigas de cable directos con Dios… No te lo pierdas, pero Dios, que es un cachondo, este golpe andaba investido en níveo cruce entre iraní con barbas y venezolana que también…

Al final, atando cabos, pudo comprobar que era una carta ultimátum, como las del cobrador del frac, concebida, escrita, y alumbrada, por una especie de cooperativa de acreedores mayores de mil novecientos años de edad.


Por lo que se ve, en su día, se habían hecho grandes donaciones económicas a base de roperos de la Virgen, juegos florales, y colectas, casa por casa, para enviar dinero al tal Pablo, que decía que lo habían encarcelado en nombre de la fe, hasta tres veces, a fin y efecto de liberarle de las cadenas. Filipenses, Efesios, Colosenses, Tesalonicenses, Corintios, y Gálatas, que se habían esforzado, hasta las hernias, de forma piramidal, a base de tómbolas, rifas, cucañas jamoneras y otras lindezas no habrían recibido reconocimiento alguno por parte de Pablo ni de su corre, ve y dile, Filemón, y claro....


Además, de motu proprio, habían apoquinado una pasta gansa en lo solidario, para salvarle, literalmente, de una muerte por achuchón de osa soviética, por lo que, al no recibir ni las gracias, se sintieron estafados y decepcionados. Por ese motivo se unieron en una sola voz para cortarle la coleta, literalmente, al tal Pablo. El motivo era que, después de su última carta, habían estado esperando, dos mil años, respuesta económica y política de Pablo y, como, ideológicamente, era huero, pues nada… Que si ya no me acuerdo que te dije… Que si quieres arroz Catalina…

Todo un clásico. Los había dejado colgados… Si, si… Había trincado la pasta… Había probado los langostinos de Sanlúcar con mayonesa Musa y… ¿Dos mil años?... Es que… Podría haber encontrado un ratito… Digo yo…


-Amadísimo, en Jesús… Caro Hermano Pablo. Cuando demos contigo, Dios quiera que sea en breve… ¡Te vamos a cortar los gulis en brunoise …! y, también, ¡Te vamos a forrar a hostias…! (Los Filipenses, eran conocidos, fuera de Filipos, por su mala leche…) Para ese fin te enviamos a nuestro hermano Epaphroditus que, a pesar de su edad, su oronda silueta, su excesiva altura y su peso, que hacen necesario que las puertas sean redondas, conserva un sentido del humor algo especial. El hermano Epaphroditus lleva carta de recomendación del ilustre Timoteo, una serie de facturitas y la chequera de las hostias, a mano abierta, por estrenar. Ya sabes que con ese… Que sepas que también es portador del original del as de bastos… Te vas a enterar…


¿Epaphroditus?... Si en toda su vida no le había faltado al respeto a un anciano de ochenta años, ¿qué coño iba a hacer con uno de dos mil?... ¿Mandarlo a la mierda?... ¿Comprar las dos mil velitas de la tarta en Mercadona?... A Peter Pan no le salían las cuentas, y, como le habían adelantado por la derecha, con un motocarro Vespacar de mil novecientos setenta, se quedó profundamente sorprendido, con la misma cara de gilipollas que se le queda al que han pillado robando en Simago. Pensó, por primera vez en su existencia, que si la carta había llegado a su casa, también podría llegar el tal Epaphroditus, al que ya estaba cogiendo un asco terrible.


El Epaphroditus ese lleva dos mil años cabreado, rumiando la venganza y debe estar hecho una mula parda de Antequera, pensaba … Es que, Peter Pan, conocía a Paco, el peluquero estilista que rasuraba y esquilaba el pelo a los mulos y mulas de Antequera, el mismo que le cortaba el pelo a Sergio Ramos y claro … No iba desencaminado. Voy a acabar mohicano perdido por las praderas salvajes de los hemiciclos desahogados y verbeneros….


Peter Pan, debido a lo inoportuno y confuso de las epístolas, faltó tres días al trabajo aduciendo asuntos propios y, al cuarto, recibió una llamada, a cobro revertido, de Pablo Garfio, que, aparte de pijo, era muy rata, ordenándole que se presentara, de inmediato, en su despacho de la calle Sansisenando. Peter Pan, barruntaba que de esa reunión no podría a salir nada bueno habida cuenta de que, la explicación del origen y la antigüedad de las cartas, no iba a resultar fácil de entender, como así fue. Las mierdas importantes no sirven como coartada…


-Verá señor Garfio… Es que, el otro día, al regresar a casa, después de pegarle fuego a la tele, resulta que abrí el buzón de correos ¿sabe usted? Pues eso… que llegaron unas epístolas antiguas de cojones… ¿Comprende?... Y, hay un señor de aproximadamente, año arriba, año abajo, dos mil años, que quiere engorilarme. Sí, sí… ¿Qué le parece?...


Pablo Garfio, que no tenía alto el coeficiente, se iba encendiendo poco a poco con el apasionante relato de los hechos epistolares. Que si Miguel de Cervantes… Que si Hacienda…. Pero, ¡Ay Mari Loli!... Cuando llegó la parte del libreto donde aparecía un tal Epaphroditus, fuerte como un descargador de aplicaciones, se iluminó el misterio, arrancaron por bulerías los de la escolanía de Montserrat y explotó la mascletá.

-A ver, Peter… Peter de mis entretelas… ¿Tú, a mí, me has visto cara de tonto?... O sea…


-No, señor Garfio. Yo, sin ánimo de ofender, le tomo por lo que es… ¡Un imbécil!...


A Pablo Garfio se le hinchó la vena gorda, explotó y se abalanzó, como un poseso, por encima de la espléndida mesa de caoba del despacho, con la insana intención de estrangular a Peter Pan, pero resbaló con la cera... Sí, sí… Peter Pan, al verle venir con los ojos en sangre y oro, veloz, sin frenos, al grito de Jerónimo, esquivó el ataque con media Verónica, bastante aseada, y dejó pasar al de Cebada Gago que se fue a estrellar contra la percha donde dormitaba un loro gris africano, de cola roja, carísimo, que hablaba y cantaba rancheras por Rocío Durcal.

El loro gris, o yako, se estampó contra la pared de la orla académica falsa y el máster, que también, muriendo en el acto. La percha, de Kin Kong, el loro gris fallecido, hizo ballesta, salió disparada, alcanzó gran velocidad y destrozó los cristales de una enorme pecera que se vació, en plan cascada pintoresca de interés turístico, llenando todo de peces de colores e inundando tres soberbios terrarios donde palmaron cinco hámster nepalíes, dos iguanas rarísimas, tres cobras de las de picar penes de exploradores y una pequeña ardilla, arbórea común, que se había colado a robar avellanas… ¡La de Noé sin arca!...

Purita, la secretaria vintage y maciza, peinada en laca de años cincuenta, camisa de popelín, falda tubo y medias cristal, al oir el tremendo chaparrón, entró, a todo correr, en el despacho del señor Garfio con un paraguas de los chinos de usar y tirar, o tirar directamente. La pobre, que aparte de miope sin gafas, como Marilyn, era torpe, patinó al pisar, con sus tacones de aguja, una docena de peces payaso que estaban ensayando y, en el eslalon libre, se rompió una pierna y se descalabró contra un archivador metálico, muy pesado.


La mala fortuna quiso que, tras tambalearse enigmáticamente, cayera sobre un perrito Yorkshire, de los que ladran histéricos como las gallinas segedanas, pero con pedigrí de muchos euros, aplastándolo como a una hamburguesa sin queso, ni pepinillos, ni cebolla. Al caer el archivador se llevó por delante al Yorkshire y a un ridículo candelabro con velitas de aroma jazmín harén, que estaban encendidas, prendiendo las cortinas y, por consiguiente, el despacho enterito, biblioteca incluida. Las obras completas de Marcial Lafuente Estefanía se fueron a tomar por culo… Para pena, pero pena, penita, pena, lo de la colección de figuras de Lladró auténticas… Quedó algo bonito de verdad…


Como comprenderéis en la calle Sansisenando nació el amor que dio comienzo a una bonita enemistad. Pero Pablo Garfio perdonaba, y perdonaba, a Peter Pan, porque era conocedor necesario de todos los tufos y chanchullos del pipa y no fuera que le diera por tirar de las mantas zamoranas de lana merina. Así que no le despidió. Ambos se miraban de reojo…

A Peter Pan, como mal menor y pena de satisfacción al seguro, le tocaba inventarse un desarrollo creíble del accidente del extinto despacho de la calle Sansisenando. Sabía que no podía contar con Pablo Garfio para eso ni para el asunto bíblico, y, que, si no espabilaba, le iban a dejar preñado de mellizos. Tocaba idear un plan… Sí, sí…

Lo más parecido al Pablo que andaban buscando los bíblicos era, precisamente, su jefe y era quien iba a pagar el pato por sieso. Como era un pipa y le gustaba destacar hasta en los entierros, se iba a llevar todas las hostias del almacén.

La cosa sería reunirse primero con Epaphroditus y, después, pasarle el marrón a Pablo Garfio. Para eso, tenía que convencer al enviado de los filipenses de que el autor de las epístolas que habían recibido, así como el receptor de las enviadas por ellos, que llevaban dos mil años sin respuesta, como las de los Corintios, Gálatas, etc., no era él sino Pablo Garfio.


No obstante, no resultaría fácil dar con Epaphroditus ya que la isla era una casa de putas sin piano y, aparte de babuinos, albergaba una gran colonia de hippies con visa platino, Premium y gourmet, paterna, que no se afeitaban, ni se cortaban el pelo, ni se lavaban desde mil novecientos sesenta y cuatro. Epaphroditus, a pesar de su enorme tamaño, se disipaba entre los hippies ya que iba acompañado, de forma bíblica, por una multitud de seguidores de las diferentes tribus. Como si el Belén hubiera cobrado vida en Noche Buena… Así, y que no me deje a nadie fuera de la horterada del foto col, había grupos de

Colosenses, Tesalonicenses, Corintios, Gálatas, Filipenses, el equipo completo de Os Belenenses y doce mil Hare Krishnas, según el ministerio del interior y, según la Guardia Urbana, cinco calvos muertos de hambre en vistoso azafrán que, con sus fanfarrias, se habían unido a los bíblicos aportando la nota folk.

Todos, en modo Jesucristo Superstar, iban por la playa de Nunca Jamás cubiertos de harapos, con sandalias de frutero pakistaní, con los pelos y las barbas, de peluquero jamaicano, enredadas y desaliñadas, pero, a pesar de su edad no quitaban el ojo al espectáculo carnal que se desplegaba sobre las toallas multicolores. Los leprosos iban dejando la playa perdidita… Todos se cortaban porque había carteles que ponía; Se prohíben las miradas lascivas y los pensamientos impuros hacia las chicas que van en pelotas, correteando por la playa, enseñando sus turgentes pechos sudorosos, bailando sus inconmensurables traseros, y cimbreando sus cinturas como las cañas de un pescador, bajo denuncia talibana, cobarde y anónima, y cárcel perpetua por género desviado. Iban a sobrar costaleros en la Esperanza de Triana, en Agosto, en Sevilla, si falta hiciere… Te lo juro


Como eran cristianos y castos, ni uno dejó de mirar y repasar a las chicas… Conforme caminaban bajo el sol, echando humo de María, y soportaban el bochorno salino, se cabreaban más y más. El clima Mediterráneo era, y es, un puto fraude, sobrevalorado por las agencias de viajes, y allí hacía, y hace, una humedad, un bochorno pegajoso y un calor de la leche. Bebías, sudabas, meabas y volvías a beber… Un puto bucle… Con todas estas calamidades, no encontraban Ascensión ni el árbol de la Alegría y eso les enfurecía.

A las catorce p.m., como no había maná, ni cocidito madrileño, tres mil hombres, del Nuevo Testamento, dirigidos por Epaphroditus, bíblicos perdidos, entraban en un Mac Donals y se comían hasta las camareras… Luego, en el Burrikin, hicieron lo mismo con la policía local…


Daba pena ver a una camarera de diecinueve años, sobrada de experiencia, según ella, en comida rápida, discutir, por seiscientos euros al mes en jornadas de dieciocho horas, con ejemplares de más de dos mil años que habían comido chilindrón de Mamut.

-La experiencia sirve para quemar McDonals y salvar a la humanidad, so idiota con coleta y visera… Aconsejaban a la joven choni, pero encargada, los ancianos bimilenarios.

Después, hartos de comida rápida y heladitos de pega, se dedicaron a multiplicar lubinas, rodaballos y doradas y a hacer vino de Rioja, tempranillo, con agua, en mitad del puerto de pescadores. Sí, sí… Con la chorra… Sin marketing y sin ofertas… Aquello acabó en un jolgorio descomunal donde participó todo bicho viviente.

Lázaro DJ, un idiota que pinchaba en Pachá y que era tetrapléjico sospechoso, recibió el abrazo de un gálata y, después de vomitar, salió corriendo olvidándose de la sillita de ruedas, eléctrica atropella jubilados, de ciento cincuenta caballos. Luego, se tiró en la playa a una británica borracha, porque lo cortés no quita lo valiente, y, después de orgasmos, confetis y mata suegras, fue corriendo a su abogado para interponer una demanda al gálata que le habían abrazado… Es que si me curan, me joden y pierdo un pastón, oiga… Milagritos aparte, la magnitud de la fiesta llegó a oídos de Peter Pan que no dudó en ir en busca de Pablo Garfio. Esta es la mía, se dijo, y, sin pensarlo dos veces, se dirigió a la “bakery and coffee” de una amiga que se llamaba Joselita Campanera.


- ¿La Campanera de verdad?

-Sí, sí… ¡AAAyyy Campaneraaa!…


- La de, ¿Por qué has pintao en tus ojeras la flor del lirio real?


-Sí, sí… Esa.


-¿No tenía una amiga que se llamaba Macarena?


-Sí, si…. ¡Aaay Macarenaaaa!...


Peter Pan le propuso a la Campanera hacer una reunión, para merendar, chocolate caliente, churros y medias noches de jamón y queso, con Epaphroditus, en su bakery, y convinieron echar calmantes en el coffee, para curarse en salud, ante la posibilidad de altercados públicos. Había que salvar a la humanidad. Estos deben de estar todos jubilados y, por tanto, cabreados y pueden liar la de Dios no es Cristo todavía, pensaron.


Joselita Campanera llevaba siempre un casco de ciclista, feo de cojones y estaba un poco jorobada porque, como era la moda, se apuntó, sin entrenar ni nada, en una prueba, solidaria con Tanganica, de Triatlon “Iron Woman” de lo más hijoputa. Correr, corrió… Sí, sí… Después los cincuenta kilómetros en mountan bike, que bueno… Pero cuando se tiró al pantano, para la última prueba, que era de natación, no se acordó, seguro que por el calor, de dos cosas elementales. Primera; no se podía tirar al pantano, porque con tanto imbécil cundiría el ejemplo, vestida, con casco y bici y, segunda, y no menos importante… ¡No sabía, ni nunca supo, nadar, la muy jodía…! La sacó del agua la Guardia Civil, la estuvieron reanimando durante dos horas y… La falta de oxígeno… Alguien, que siempre hay alguno que se ve las series de Urgencias, sugirió que no le sacaran el casco… Pues eso… Hasta ahora… Otro enterao agarró un bolígrafo Bic cristal y, en un periquete, le realizó una traqueotomía a una Guardia Civil que estaba durmiendo la siesta en el Nissan Patrol. En fin…


Bueno, joselita Campanera, que bebía los vientos por Peter Pan, le chivó que el señor Pablo Garfio iba a montar una “Children Boath Party” en un pedazo de yate de alquiler, tipo voy a salir en el Hola sin cobrar un duro porque soy gilipollas, que estaba, atracado en el puerto, presto a zarpar con los invitados. La fiesta consistía en que gente adulta, que veían como se les pasaba el arroz, se disponían a hacer un ridículo mayúsculo, disfrazándose, obligatoriamente, de niños. Por tal ridículo pagaban mil doscientos cincuenta euros, por barba, a una ONG solidaria que olía fatal, como casi todas, y hacían el Jaimito para conservar, aunque fuera en los recuerdos, sus infancias y sentirse niños. Raritos había, por supuesto… ¿Un adulto con alma de niño? Malo….


Los invitados, como no podía ser de otra manera, eran gente de fuste y levita. Así se podía ver en armonía, al señor Paracelso con chichonera, al señor Copérnico con traje de marinerito, al flautista de Hamelín vestido de Ratita Presumida, a Don Miguel de Unamuno de pollito campero, a Cleopatra de matrona gallega, a Antonio Resines haciendo de Antonio Resines de niño con aspavientos, a Matusalen , que era de los más mayores, con babero y pañales, a Iñaki Gabilondo de repelente niño empalagoso, a Cristina Almeida, que no encontraba su tanga, con un sonajero, a Morgan Freeman haciendo de niño negro, con un chupete que había chupado Brad Pitt, a Agustina de Aragón disfrazada de Pipi Lastrum, a Raphael de pequeño tamborilero, a Maria Antonieta, que había perdido la cabeza, de primera comunión, y a muchos más. El evento era de lo más cool y, cuando se sirvieron las cocas y los alcoholes, el desmadre subió de tono… Había un personaje, quizás Pitágoras, que se disfrazó de Maikel Jackson e iba gritando “We are the childrens”, Jesús Gil, Revilla con la tabarra de las anchoas, Camarón, etc…


Mientras esta rara fiesta, de carácter infantiloide, se celebraba, Peter Pan, Joselita Campanera y Epaphroditus se reunieron en la bakery, tomaron coffee con calmantes, y, con toda la mala intención del mundo, Peter Pan comunicó a Epaphroditus, y a sus amigos, donde se encontraba Pablo Garfio acompañándoles al pantalán del puerto. Hasta allí se dirigió la procesión de perros flautas del siglo I. Abrían la cabeza de la comitiva, Epaphroditus, Tychycus, Tróphimus, Epicteto y Aletes que era el crack de los Corintios. Tras ellos, el Rey Polipo, la reina Merope, Cristiano Ronaldo poniéndose cremitas, Medea, Jasón, Éfira, Concha Velasco y Elvira Quintillá…. Todos.


-¿Quién manda en este putiferio de Nave? Bramó Epaphroditus , en primera instancia, para continuar;

- Así que haciendo el ridículo. ¿No os da vergüenza? ¿Parodiar a los niños no os produce tolerancia a la gilipollez por lo viejo que sois? ¿De verdad?... ¡Sois patéticos! ¡Aveníos a hombres y mujeres, conformaos con vuestra decrepitud y tened la dignidad de moriros de una puta vez! ¡Hacer viudas es vuestra razón de ser! ¡Vosotros sois la infancia perdida, no busquéis gnomos ni niños muertos! Entonces, sin más, alzó el as de bastos transfigurándose, inmediatamente, en la Sota.


- ¡Qué vergüenza ni vergüenza, campeón!... Aquí el macho Alfa soy yo; mis mendas lerendas. Contestó Pablo Garfio dándose una importancia emérita y augusta.

-¿Viejos nosotros?... Pues anda que ustedes… ¿Qué se le ha perdido a tanta antigualla en el puerto? Insistía Pablo Garfio sin darse cuenta....


- ¿Así que tu eres Pablo? Inquirió Epaphroditus con la voz de Robert de Niro.


-Sí, ¿que passsa….? No las veía venir, es que no las veía venir……

-Pasa que venimos a cobrar, si o si, tres talentos de cobre que, al cambio, hoy son tres millones de euros, según me ha dicho el director sin talento de La Caixa antes de morir.


- Escúchame bien figurita… Te voy a pagar tres millones de pollas con su vinagrito y todo. Contestó Pablo Garfio, sin bajarse del patinete, esperando el aplauso de los invitados embarcados, que nunca llegó


-Pues bueno… Mortus est qui non …


Mira, allí, a lo tonto, se formó la de Dios….


Abordaron las hordas bíblicas el yate Judit. Sí, sí… Cogieron al flautista de Hamelín, le hicieron una manicura, una pedicura y un blanqueo de ano… Luego, por allí, le metieron la flauta y lo pusieron a proa escenificando lo del Titanic pero con un tío de dos metros, por detrás, que le daba besitos… El flautista de Hamelín hacía pucheritos… Luego, sin más, hubo tal reparto de hostias, a lo Bud Spencer, que no quedó nadie en pié por si las moscas y los bises de las mismas. A Raphael le dieron una zambomba, de barro rojo de Salvatierra, para que cantara villancicos y, luego, se la partieron en la cabeza. Pero no paró de cantar… La tailandesa de los masajes del spá recibió el impacto directo del as de bastos y podría servir como punto de lectura de cualquier novela de amor.


A Pablo Garfio, en contra de lo que diga James Matthew Barrie en el cuento original, no le comió el brazo un cocodrilo de mar, cosa harto improbable, porque fue un efesio que le pegó un bocado y se lo comió como una alita de pollo, luego, un corintio hizo lo mismo con su ojo derecho… Aquello fue una barbaridad que no paró hasta que asentaron los pingajos de Pablo Garfio sobre un baúl y comenzó un macabro interrogatorio. Los invitados vapuleados, casi todos con pronóstico reservado, andaban dispersos por la cubierta disimulando y compartiendo goteros y vías. El precioso repostero victoriano de los limones y las naranjas, se desmontó y las frutas quedaron, bajo un racimo de gordis, en estado cítrico. Peor que en la Gran Guerra…

-Yo no sé quiénes son los filipenses… ¡Lo juro! Yo no he estado nunca en Filipos!... Pablo Garfio, histérico. ¡Que venga mi abogado!


Diez guantazos con la mano abierta para Pablo, y otros diez para su abogado, más tarde…


-Yo, a ver, yo si se que son las pasa de Corinto, muy ricas, por cierto, hidratadas con Calvados, pero no he estado nunca en Corinto y me importan una mierda los Corintios. Chillaba Pablo Garfio.


-Otra decena bien despachada, más tarde…


- ¿Otra vez? ¿Ahora con los mierdas de los Colosenses? ¿De verdad?... Como tengo que decir que no he estado nunca en Colosas, que no sé nada de los milagros de Konia, no de coña, ni ná de ná.


- Tampoco he estado en Anatolia, ni en Capadocia, ni en Frigia, ni en la feria de Abril. Remató Pablo Garfio gesticulando, con lo que le quedaba de cara, así, como indignado.


El peso de la duda empezaba a caer sobre Epaphroditus y sus compañeros.

-No sé… Pero a mí me parece que este gilipollas no sabe nada de nada, como en los concursos de la tele, comentó Epaphroditus. Empiezo a culpar por lo penal a Filemón y a no fiarme de Peter Pan…


Así que, por si acaso, cogieron a Garfio entre tres, le colocaron un garfio en el muñón del brazo, le pusieron un parche en el ojo y le colocaron un sombrero de pirata color rojo. Después de hacerle una foto, tipo comisaría de Nueva York, le ataron decúbito prono en lo alto de un potro, le peinaron con raya al medio, alguno aprovechó para violarle, hicieron un alto de media hora porque tocaba la diarrea de anuncios, calentaron unos hierros, de marcar vacas bravas, y le recordaron…


-Ahora, Pablete, si eso, no chilles, porque aunque seas un jeta, que ya no engañas a casi nadie, todavía quedan sonados que piensan que van a ser más rubios, más altos y más ricos, con la sopa boba, sin dar ni golpe, por lo que te vamos a recordar una de tus muchas palabras… Ponte cómodo, así, como para no olvidar…

Acto seguido, alisaron las nalgas de Pablo Garfio como si fuera para un filete empanado a la Milanesa y, sin contar hasta tres, ni hasta cuatro, así, de golpe, le grabaron a fuego vivo…


Los pongo sobre aviso para que nadie los engañe con sofismas… Aunque ausente con el cuerpo, estoy presente en espíritu y que alguien al ver el orden que reina entre ustedes…”


Luego, como faltaban nalgas, cogieron al capitán del barco, Merrill Stubing y continuaron a epístola abierta…

Ya, al fin, habeis revivido cuidado de mí, de lo cual estabais solicitos, pero os faltaba la oportunidad. Estoy lleno y habéis recibido de Epaphrodito lo que os envié… ¿…?

-¿ Dónde están la pelas?...

-No preguntes por saber que el tiempo te lo dirá que no hay cosa más bonita que saber sin preguntar...

- Gracias señor mío...

- Parecéis gilipollas...


Una vez se fueron, Pablo Garfio, ayudado por Iñaki Gabilondo, se subió a la toldilla del yate Judit y, después de observar los destrozos, se puso a llorar. ¿Cómo le iba a explicar a los del seguro que aquel siniestro era cosa de una banda de más de dos mil años?


Iñaki Gabilondo, con la caraja desorientada e intentando no joderse los maquillajes, trataba de convencerle de que tal orgía de cadáveres y ruinas era normal y aceptable. Cosa de ideas profundas de razas superiores, o, sea, terrorismo de bajo nivel… Eran buenos chicos, mermelada pura…


Así que, Pablo Garfio, alzó brazo y medio y largó a los cielos como la señorita Scarlet O´Hara.


-Ahora voy, al dispensario, a que me cosan el culo, pero… ¡A Dios pongo por testigo que mataré a Peter Pan y a toda su parentela!


De fondo, un Mariachi, que volvía de una boda temática, entonaba melancólicamente.

A la vera del agua tengo un barco de vela que de miel y canela, de plata y cristal, un barco que es la envidia del mar…”


- ¡Qué bonito, por Diossss!...¡ Esto es la libertad!... ¿Hacemos otra toma para Juan Luis Cebrián de la SER?... Iñaki Gabilondo…


-¡Que te vayas a la mierda, arrebol de geranios, tío empalagoso!...


Así que los bíblicos se dispusieron a ir en busca de Peter Pan y, al primer sitio que se dirigieron, fue a la Bakery and Coffee de Joselita Campanera. Excuso decirte que allí no hubo modales dignos de destacar. Joselita Campanera, al ver llegar la marabunta, se acojonó y se dispuso a repartir, por las mesas de la bakery, ejemplares de la Cartilla de Urbanidad Moderna del Señor Pons. Luego escribió en la pizarra del menú del día… “El niño bien educado va por la derecha, pero saluda y cede el paso a las personas dignas de respeto…” Lo primero que le vino a la cabeza… Estaba desquiciada…


Nada más entrar, sin mediar palabra, Epaphroditus, cogió a Joselita Campanera, que empezó a cantar como un pequeño ruiseñor, y la subió en todo lo alto de la cafetera Gaggia. Del primer guantazo que le avió hizo saltar los botones de la ropa a todos los presente, Campanera incluida. Aquello sonó como cinco camareros lavando los platos y las tazas, de china blanca, del desayuno de una cafetería mediana. Los parroquianos de la bakery se marcharon sin hacer ruido.


-Es increíble que nos vayan a dar una paliza sin saber por qué… ¡No vamos!


-¿Dónde está Peter Pan? Inquirió Epaphroditus.


- ¡Y yo, que coño sé!... Educadamente Joselita.


Luego, que si tu más, que si eres un hijoputa, que si eres un viejo gilipollas, que si te doy otra leche, que si vas a cantar más mal que Paulina Rubio… Etc, etc … Y, como llegaron a un punto muerto, Epaphroditus, autorizó a un supuesto brujo cubano, que andaba por allí vendiendo souvenirs, para que hechizara a Joselita Campanera a fin y efecto de sonsacarle la ubicación de Peter Pan de una vez.


Lo de siempre… El cubano, que andaba extasiando gilipollas españoles, desconocedores de la españolidad de Cuba, y de todo, a base de mojitos, resulta que era un cubano de pinga que había oído campanas pero, al contrario de lo que presumía, no sabía mucho de brujería, de santería, ni de puros, ni de nada… Así que realizó un sacrificio de un pollo congelado, le pegó fuego a las sillas de la bakery, echó una pócima sobre el fuego, abrió las espitas del gas y, al rato, hubo tal deflagración, golda mi amol, que Joselita Campanera, no se sabe cómo, redujo su tamaño a una escala mínima, desplegó una especie de alas como de caballito del diablo, se le atipló la voz y salió volando por la ventana. Cuando el humo se despejó Epaphroditus pudo observar que Campanera ya no era Campanera, que era Campanilla, y que se había dado el piro. Me niego a relatar lo que sucedió con el hijo de Fidel…


-¡A mi tu no me tocas, coomemielda!… Fue lo último que dijo…


Así que, como nadie sabía nada de Filemón y únicamente conocían conceptos poco claros de un tal Mortadelo, por descarte, solo quedaba Peter Pan como sospechoso. Además, por si fuera poco, ahora tenía dos problemas; Pablo Garfio y Epaphroditus y ambos deseaban sacarle la medula espinal como a los cangrejos de río y a los langostinos se les saca la tripilla negra.


Epaphroditus y los suyos habían oído hablar del parque Ascensión y de un lugar, dentro de dicho parque, conocido por el Árbol de la Alegría, pero no lograban que les orientaran sobre donde se encontraba. Así que fueron a una oficina de Información y Turismo, todo un clásico, y, cuando lograron sacarle el chicle de la boca a la chica encargada de la misma, obtuvieron, por fin, respuesta a su pregunta. La chica les proporcionó, más o menos, una idea de la ubicación del parque Ascensión y allí que se dirigieron sin pérdida de tiempo. El chicle se lo pegaron en el pelo antes de cambiarle los tatuajes de sitio y devolverle los piercings…


Cuando pillaron a Peter Pan fue espantoso. Estaba escondido en una maleta que se llevaba un marroquí a Tánger con piezas de coches robados y el perro de la Guardia Civil lo descubrió… El marroquí intentó vender hachis a los bíblicos pero, como no lo consiguió, se fue a cobrar el subsidio… Los bíblicos cogieron la maleta, la llevaron a patadas por la calle, la abrieron, sacaron a Peter Pan y le dieron como a un pulpo de roca ensañándose con él a mala leche. Querían saber quién era el auténtico Pablo, el moroso, y dónde se encontraba. Peter Pan no podía contar algo que no sabía y, como no lograban sacarle palabra alguna, uno de los corintios, que era galeno, se empeño en sacarle el cerebro y obtener la información directamente de la materia gris… Sin querer iban a inventar el Pen Drive… Sí, sí…


En ello estaban cuando apareció un poderoso Sultán árabe que venía preguntando por su hija, la Princesa Esmeralda, desaparecida el día de la “Children Party Boaht” . El Sultán, que había venido a comprar un equipo de fútbol, presenció, por casualidad, el chorreo de hostias que le estaban dando a Peter Pan y como había visto rebotar, dos veces, en el techo al pobre, usó sus poderes y dejó a los bíblicos paralizados en una grandiosa mannequin challenge. Luego se dirigió a Peter Pan y preguntó…


-¿Tu sabes dónde se encuentra mi hija? Si es así, puedes pedirme un deseo y te lo concederé.


- Está en el yate Judit prisionera de Pablo Garfio y, si es posible, deseo que me convierta en un niño de por vida.


-¿Estás seguro?... Mira que aunque te conviertas en niño tu alma será siempre la de un adulto con todos los vicios y maldades de los adultos.

-Sí, sí… Quiero ser un niño, hacer putadas sin responsabilidad y poder volar por el mundo subvencionado por gilipollas.


´- Que así sea…


Peter Pan salió volando hacía otro país y allí cayó en el seno de una familia estándar que tenían una hija llamada Wendy y le pareció que doce hermanitos iguales.


Epaphroditus y sus socios se tuvieron que volver a sus países sin cobrar un duro. Sin embargo, Pablo Garfio, seguía rumiando su venganza para con Peter Pan.


Éste se quedó a vivir una temporada con la familia estándar y allí nació el insano amor de Wendy por él. Peter Pan se empeñaba en dar una imagen angelical pero, como se había hecho malo, a espaldas de todos, se comportaba como un niño, verde, cruel e indecente. Se dedicaba a putear al abuelo Severino, al que no lograba engañar y hacía maldades por doquier.


Un día, Peter Pan, tuvo que volver a Nunca Jamás para unos asuntos de notarías y se despidió de todos. Wendy, desde entonces, es que no paraba de hablar de él y cada vez, quizás por sentirse abandonada, contaba cuentos más truculentos. Campanilla que ardía de celos por la perra que había cogido Wendy con Peter Pan pensó en traicionarle. Así que fue a hablar con Pablo Garfio y le dijo que ella le entregaría a Peter Pan. Pablo Garfio cerró el trato.

Así que una noche, cuando Wendy se encontraba en medio de la narración de un cuento, Campanilla se presentó en la habitación de los niños iluminándolo todo con su potente luz. Los Pacos, que se estaban tomando un potito de cordero al ajo cabañil, se quedaron acojonados por la aparición de aquella hada luminosa que había aparecido de repente. ¡Ojo¡… Recordemos que Campanilla estaba celosa de Wendy debido a que Peter Pan solo hacía que hablar de ella a cada instante. Como te lo cuento, vecina…


-Me llamo Campanilla y soy amiga de Peter Pan- dijo la hada tipo polilla. Vengo para llevaros volando al país de Nunca Jamás porque así me lo ha pedido Peter Pan. Quiere que conozcáis a los niños perdidos, tal cual, en pijama, ya que para este viaje no hacen falta alforjas, entre otras cosas, porque no vais a volver.


Así que, antes de que los niños reaccionaran, Campanilla los cubrió con polvos mágicos de sus alas y, para cuando se dieron cuenta, se encontraban volando hacia Nunca Jamás.

Cuando llegaron a la calle San Sisenando, Pablo Garfio, encerró a los niños en la despensa, cogió a Campanilla y la metió en un quinqué de minero. Sabía que Peter Pan vendría en su ayuda y así podría acabar con todos de una sola tacada. La venganza y la vichyssoise siempre frías… Campanilla se dio cuenta de lo que había hecho y se puso a llorar. Su luz brillaba fuerte y, en un descuido de todos, hizo caer el quinqué, lo rompió y pudo huir volando para avisar a Peter Pan.


Campanilla relató lo sucedido a Peter Pan, que en ese momento se encontraba matando gatos con varillas de paraguas, y ambos salieron volando a lo loco, como en Vueling, con la intención de rescatar a Wendy, a los Pacos, a los niños perdidos y acabar de una vez con Pablo Garfio.


Pablo Garfio llevó a Wendy y a los Pacos al yate Judiht y los encerró. Después fue en busca de los niños perdidos pero llegó tarde al parque temático, donde permanecían secuestrados, y los niños ya no estaban. Nadie los había visto nunca y, dicen, no se sabe a ciencia cierta, que se los llevó el Flautista de Hamelín después de recibir el alta del Hospital, donde le habían extraído la flauta del recto. Aquello consta en los anales del Hospital y del colegio de médicos ya que fue un cachondeo de los gordos y fue un cachondeo porque, cada vez que tiraban de ella, El Flautista se peía y la flauta entonaba cosas de Vivaldi…

Pues eso, con el alta en mano, se fue, por pura venganza, en busca de los niños perdidos y se los llevó por el horizonte gris hechizándoles al ritmo de La Banderita de Las Corsarias, tocado con su flauta esterilizada. La venganza se cumplió y los Niños Perdidos se perdieron de verdad… O eso andan diciendo… Si hay algún padre que todavía albergue esperanzas pues, eso… Ajo y agua…


“… Como el vino de Jerez y el vinillo de Rioja son los colores de la Bandera española…”


Campanilla y Peter Pan volaron hasta el yate Judith y se agarraron a las velas como si fueran dos murciélagos. Entonces Peter Pan se dejó caer a la velocidad de un halcón Peregrino y enfiló hacia donde se encontraba Pablo Garfio con un matamoscas enorme.


-Ven pacá sabandija. ¿Parece que te va la marcha? Clamaba Peter Pan….


- Ven tú, insecto inmundo, que te voy a dar un raquetazo a lo Nadal que vas a flipar… Pablo Garfio…


Y así se enzarzaron en una pelea barriobajera que acabó con Pablo garfio en el mar y, sí… Apareció un tremendo cocodrilo marino y se lo zampó... Tal cual...


-Y a mí que me cuentas…


-¿Qué si hay cocodrilos marinos? Pues sí…


-Me importa una mierda… Amén.


-Señora, yo solo trabajo aquí…


-¡Que te den!...


-¿No tiene nada más pequeño?...


- No, contestó el señor de Senegal...


Peter Pan se abrazó a Wendy y propuso volver a la casa de la familia estándar con los niños, pero Wendy se opuso y todos se quedaron por siempre en Nunca Jamás. Wendy sabía que, con la desaparición de los Pacos, hacía daño a Paco padre, a Paqui madre y al General Severino pero disfrutaba con ello. Peter Pan, aún más cruel, se presentó una noche en casa de Paco padre y Paqui madre para burlarse de ellos a costa de sus cuitas.


El abuelo, que toleraba mal los ultrajes, dejó el rosario de su madre encima de una ménsula, fue a un pequeño cuarto, sacó un Mauser Toledo de la Guerra Civil lo desenvolvió de su repostero, que era la bandera española con el águila de San Juan, la de los Reyes Católicos, se puso el casco de Guardia de Franco y se dirigió al salón a ritmo de zapatillas de franela a cuadros con suelas amarillas. Vio a Peter Pan haciendo rechiflas, localizó el objetivo, armó el mosquetón, apuntó, disparó y Peter Pan, partido en dos, se fue al carajo, como también se fueron al carajo los sesenta kilos de huesos del abuelo a consecuencia del brutal retroceso del Mauser Toledo del 36.

Las cosas de la infancia habían acabado meadas. Sí, sí… Una familia estándar destrozada, tres niños que respondían a Paco, los tres, perdidos en Nunca Jamás en manos de Wendy presunta viuda loca. Un abuelo, incrustado en el gotelé de la pared del Hall, entre lavativas, que había que regarlo cada poco y que quedó para colgar el sombrero. Una polilla, Campanilla, que se quedó sola y que, debido a su tamaño, no valía pa ná. Tesalonicenses, Cretenses, Corintios, Gálatas, etc, sin cobrar un duro, Epaphroditus colgado de los pulgares por orden de Timoteo y, por si no lo sospechaban, Pablo, el moroso de los sofismas, se partía el culo disfrutando, como un niño, en su residencia carísima con piscinita.


Así es la vida…


FIN


MORALEJA


No queráis ser niños siempre. Ya está bien con la parte de la vida que nos toca serlo y, sobre todo, si en el buzón de correos aparece una carta del Siglo I, pues eso… Nosotros somos los niños perdidos, recuerda… Nuestra infancia ya no existe y las cosas que nos parecían misteriosas, e intrigantes, tampoco.

La razón se ha impuesto a la imaginación y, hoy en día, todo tiene una explicación lógica, política o científica y un vendido tonto de los medios para explicar lo inexplicable… Se acabó el arte, se acabaron los cerebros vivos… ¡Vivan la ciencia y el progreso! Ahora tienes, fácilmente, las soluciones a tus enigmas de niño, ya no hay misterio… ¿Por qué quieres volver a algo que carece de misterio?

No sueñes, mañana llega la factura de la luz… Pasado, el alquiler… Y, al otro, el recibo del los libros escolares de los niños y la ropa y la matrícula… ¡Estos niños!


“En los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar, Francisco Alegre y olé, Francisco Alegre y olá…”


In memorian de Paco Padre. RIP



Autor: Juan Ignacio Murillo "Higinio"


 
 
 

Comments


  • s-facebook
  • Instagram

© 2019  HIGINIO

bottom of page